El vidrio soplado es una de las tradiciones mallorquinas con mayor reconocimiento a nivel internacional. Las piezas de artesanía se pueden identificar por sus característicos colores verdes, azules y ámbares o por la particularidad de sus formas curvadas y de aspecto orgánico, que nos recuerdan a la naturaleza. Pero sobretodo únicas, gracias a la técnica empleada en el proceso de creación de estas obras que hace que sea imposible conseguir dos piezas exactamente iguales.
Pero para conocer los orígenes de esta tradición debemos remontarnos a la época de los fenicios, que en el siglo II a. C. extendieron este método artesanal. Existen historiadores que consideran que se vivió una primera edad de oro del vidrio soplado a lo largo de la ocupación cartaginesa y griega. A pesar de eso, encontramos los primeros documentos en los que aparece registrado un horno en el año 1327, durante el reinado de Jaime III en Calvià.
Actualmente en Mallorca, podemos encontrar diferentes talleres que trabajan con las técnicas tradicionales que requieren de años de práctica y experiencia, dónde la creatividad y el dominio del artesano son fundamentales para la creación de una obra de extraordinaria belleza. Las herramientas utilizadas son una caña, por la que se sopla el aire, y unas pinzas de metal, con las que se esculpen los detalles. Ocasionalmente, encontramos también una pequeña pajita con la que, al soplar, se crean las características formas abombadas de los detalles presentes en estas piezas de vidrio.